La docencia actual, a pesar de los avances de la investigación educativa de los últimos años, con demasiada frecuencia se ha convertido en una actividad mecánica, improvisada y fría. El profesor ha olvidado, no le interesa o simplemente no sabe cómo practicar una docencia que además de informar, forme. El alumno recibe información, acumula teoría; pero no es capaz de usar crítica y pertinentemente dicha teoría, tampoco de pensar por sí mismo y de tomar posición frente al propio conocimiento. El profesor generalmente asume el papel protagónico y los alumnos de escuchar y asumir, desapareciendo así la opción primordial del diálogo en el acto de enseñar y aprender.