El objetivo de este artículo es analizar los problemas de contracción económica que enfrenta nuestro país como resultado de la política económica predominante, que lo ha llevado a depender de la economía estadounidense. Cuando ésta enfrentó problemas de crecimiento también frenó el crecimiento de la economía nacional. El gobierno mexicano no instrumenta política fiscal anticíclica (expansión del gasto) para contrarrestar la caída de exportaciones y recuperar la dinámica económica por considerar que ello originaría presiones sobre precios y el sector externo y pudiera llevar a un contexto de especulación y crisis. Es por esto que se opta por seguir priorizando políticas contraccionistas para evitar la inflación, como si éste fuese el principal problema del país. Asimismo, el gobierno insiste en las reformas estructurales (apertura eléctrica, petrolera, reforma fiscal y laboral) para ampliar la esfera de influencia del sector privado nacional y extranjero y para consolidar el saneamiento fiscal y abaratar el costo de la fuerza de trabajo, impulsando así la dinámica económica. Sin embargo, tales reformas ya las hemos vivido —desde el gobierno de Salinas de Gortari a la fecha— y sus resultados han sido crecimientos espurios que han desembocado en crisis y en el actual estancamiento. Mientras prosiga la actual política económica seguirá deteriorándose la esfera productiva y aumentando el desempleo, sin que se logre un crecimiento sostenido y menos vulnerable de la economía.